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Casi Angeles La isla de Eudamon

Casi Ángeles: La Isla de Eudamon es la primera novela de la serie de libros creados por Leandro Calderone, basados en el exitoso programa de televisión de Cris Morena: Casi Ángeles. Este libro revive lo sucedido en la primera temporada y un secreto nunca antes revelado en la televisión.

Historia[]

El libro comienza el 11 de febrero de 1854, en los toques finales a la mansión Inchausti, mientras un hombrecito pequeño, vestido con un pantalón blanco, camisa blanca, levita blanca y zapatos blancos, que sostenía una ridícula sombrilla blanca, retenía a los albañiles y les mostraba la hora en un reloj de bolsillo. En ese momento llegó el Dr. Inchausti, y el hombrecito empezó a discutirle que el reloj tenía que estar funcionando en 2 horas. Una hora más tarde, los albañiles y el carpintero terminaron de colocar el gran reloj que coronaba el altillo de la mansión. Inmediatamente después, llegaron 5 ancianos de estatura casi idéntica, todos con rasgos y atuendos indígenas, subieron al altillo, donde se encontraba el hombrecito de blanco. Los ancianos empezaron a sacar de sus morrales, cientos de piezas de relojería y en pocos minutos armaron el mecanismo del reloj. El hombrecito de blanco sacó una pieza de metal gris y la colocó dentro del mecanismo del reloj. Los ancianos y el hombrecito se quedaron viendo el reloj hasta que marcó el primer minuto. Y así fue como el imponente reloj construido por los maestros relojeros prunios comenzó a funcionar a la perfección, sin adelantar ni atrasar, ni detenerse jamás, hasta exactamente el 22 de noviembre del año 2031, a las 19 horas. El hombrecito de blanco salió de la mansión y paso al lado del hijo del Dr. Inchausti. El niño le preguntó:-¿Y usted quién es?-El hombrecito lo miró, le sonrió y le dijo:-Si te diera a conocer mi nombre y te explicara realmente quién soy, no lo entenderías. Diré, solamente, que me dicen «Tic Tac»-. Y el hombrecito se alejó, mientras abría su ridícula sombrilla. En el instante en el que el reloj empezó a girar, a 17,8 km. al noroeste de la mansión, en una estancia del Dr. Inchausti, otro grupos de ancianos prunios, comandados por otro hombrecito de blanco, réplica de Tic Tac, ponía en funcionamiento un reloj igual. Ya en ese mismo instante a 17, 8 km. al sur de la estancia, en una parroquia del pequeño pueblo de Escalada, otros grupos de ancianos, comandados por una tercer réplica de Tic-Tac, ponía en funcionamiento el tercer reloj, igual a los otros dos. En ese preciso momento se podría haber visto desde el cielo, durante una fracción de segundos, tres puntos que emitieron una luminosidad azulada, intensa, y que los tres vértices se unieron a través del firmamento, formando un triángulo equilátero perfecto.

Luego continúa relatando lo sucedido el 10 de enero de 1986: Bartolomé Bedoya Agüero se enteró de que su tía Amalia había echado escandalosamente a su primo Carlos María de la mansión Inchausti y sintió que esa era su solución a todos sus males. Sus males eran uno solo: haber caído tras haber derrumbado la fortuna familiar. Bartolomé vivía en un departamento con su hermana menor: Malvina. La razón por la cual Amalia echó a su hijo de la casa fue porque la severa Amalia había descubierto que su hijo tenía un romance con Alba, la mucama, y producto de ese amor, ella había quedado embarazada. El joven Carlos María afirmaba estar completamente enamorado de Alba, y ante eso, Amalia echó a ambos de la mansión familiar y cortó todo lazo con su único hijo. Siendo viuda, se había quedado completamente sola. Ante esto, Bartolomé se acercó de inmedato a su tía, con la intención de ganarse su confianza. De esta manera el consiguió llevarle las cuentas a Amalia. Bartolomé muy seguido visitaba a su tía, y de esta manera comenzó a advertir que el ama de llaves, Justina, quien vestía siempre de negro y llevaba el cabello recogido por un turbante, lo miraba de manera sugestiva. Sus grandes ojos expresaban algo: Amor. Bartolomé aprovechó esto y se ganó su confianza. Unos meses mas tarde, el 28 de septiembre de 1986, Amalia recibió un telegrama de su hijo en el que le comunicaba que había nacido Ángeles Inchausti, su nieta. Amalia se enfureció con la idea de que esa bastarda llevara su ilustre apellido. Y se negó a ver a su hijo y a su nieta. Poco a poco Bartolomé logró que Amalia lo quisiera como un hijo. El espera el momento en el que heredaría la fortuna de su tía. El abandonó el departamento en el que vivía con su hermana, y ambos se fueron a vivir a la mansión. Más tarde Bartolomé se casó y tuvo un hijo con una mujer llamada Ornella: Thiago Bedoya Agüero. Esto fue el 21 de mayo de 1991. Bartolomé era Inchausti por parte de su madre.

Amalia estaba postrada en cama desde hace mucho tiempo antes. El pequeño Thiago creció feliz en la mansión. Bartolomé estaba esperande impacientemente la muerte de su tía para quedarse con la herencia. Un día de julio de 1997, su primo Carlos María falleció en un accidente de tránsito. La noticia devastó a su tía Amalia. Luego ocurrió algo inesperado: tía Amalia le pidió a Bartolomé que encontrara a su nuera y a su nieta. Bartolomé le prometió buscarlas, mintiendo. Mientras tanto la angustia y la tristesa agravaron la enfermedad de Amalia.

Una noche de tormenta, escucharon que tocaron la puerta y Justina abrió y vio a Alba con su hija Ángeles. Alba estaba a punto de dar a luz. Con sus últimas fuerzas pidió ayuda y se desmayó. La madre llegó muy enferma y murió al dar a luz, pero el bebé, que fue una niña, sobrevivió. Bartolomé y Justina fueron al bosque junto a Ángeles y la recién nacida. A Ángeles la abandonaron en lo espeso del bosque. Con la otra niña, la idea inicial era dejarla en el otro extremo del bosque, pero Justina dijo que se encargaría de cuidarla y Bartolomé se lo agradeció. Luego Amalia murió, habían desaparecido todos los herederos y el heredero universal, en consecuencia, era Bartolomé. Justina mantenía a la hija recién nacida de Alba, encerrada en el recóndito sótano de la mansión, calefaccionó el lugar y lo decoró como un teatro.

Bartolomé sufrió una noticia: cuando leyeron el testamento descubrieron que habría un plazo de 10 años para encontrar a las herederas y pasado el plazo, si no se las encontraba, la herencia pasaría a Bartolomé y Malvina. En el testamento también decía que Amalia le daría mucha cantidad de dinero a una fundación de huérfanos. Bartolomé creó la Fundación Bartolomé Bedoya Agüero (B.B.) y empezó a conseguir poco a poco ese dinero. Como había que cuidar a los niños y eso costaba, se le ocurrió una idea: hacer que los niños fabriquen juguetes y Bartolomé los vendía y también hacer que los niños pidan dinero y que roben.

Una nueva historia comenzó el 21 de marzo de 2007, una historia que cambiaría la vida de varias personas.

Ramiro Ordónez era un niño feliz. Si existe algo peor que conocer la felicidad, es haberla vivido y luego perdido. El motivo de su dicha era su madre y sus rizos dorados, su hermanita, la pequeña casa en la que vivan, la escuela a la que iban, el delantal siempre blanco y con olor a limpio, todos los libros que coleccionaba con pasión, el programa de televisión, la hora de la merienda y muchas cosas más que un niño normal realiza.

Pero un día, algo empezó a cambiar. Su madre sonreía cada vez menos y sus rizos dorados perdieron brillo, su delantal ya no estaba ni tan blanco, ni tan limplio, ya no había nuevos libros, ya no iban al cine, ya no había monedas en la alcancía. Y con el correr de los días su madre no solo no sonreía, sino que ahora lloraba. Tuvieron que dejar su casa y mudarse a la de una amiga de su madre, la cual siempre parecía molesta. Su mamá tenía que viajar, se le escapaba el futuro. Y mamá se fue. Mamá llamaba al principio una vez por semana. Mamá dijo que mandaría monedas, unas que valían más que las de aca. Mamá dijo que todos irían a vivir en otro lugar, un lugar donde siempre es verano. Un lugar donde todos volverían a sonreír. Pero Mamá no volvía, no mandaba monedas y dejó de llamar. La amiga de mamá estaba cada vez más enojada y trataba muy mal a Alelí. Un día le pegó. Ramiro sintió odio por primera vez en su vida. Esa señora los subió una vez a un colectivo y viajaron mucho. Fueron hasta un lugar feo y frío, donde los obligó a bajar. Alelí tenía solo 4 años, y el apenas 12. Les dijo que esperaran allí. Que volvería enseguida. Y se fue. Pero nunca más volvió. Se hizo de noche y Ramiro no sabía como volver. Y tuvieron que crecer de golpe. Y Ramiro aprendió una nueva palabra, que era donde estaban: orfanato. Ramiro y su hermana se escapaban del orfanato para pedir limosna, teniendo la esperanza de que algún dia tuvieran un hogar. Una tarde, mientras pedían limosna, se les acercó una señora con una promesa de recuperar la felicidad perdida. Les ofrecía una casa, una niñez a resguardo, vivir con otros chicos, estudiar y poder crecer tranquilos. Ramiro y Alelí llegaron a la fundación B.B. cuando el tenía 13 y ella 5. Pero luego de la cálida bienvenida de Bartolomé, la promesa de felicidad recuperada se esfumó. Ramiro tuvo que fabricar juguetes, pedir limosna y robar.

Capítulos[]

El libro está dividido en 16 capítulos:

  • La mansión Inchausti
  • Dos compromisos
  • La invasión de Ángeles
  • Los huérfanos y los nenes bien
  • Cayendo desde lo alto de una ilusión
  • Varios descubrimientos
  • Sorpresa tras sorpresa
  • El espíritu de la verdad
  • Ganas de volar
  • Hablar o callar para siempre
  • Aparentes fracasos
  • Nace TeenAngels
  • Padres e hijos
  • La gran revelación
  • El duelo
  • La isla de Eudamón

Enlaces externos[]

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